¿Conoces esa sensación en la que
parece que el mundo va en tu contra y en realidad eres tú quien va contra el
mundo? Después de Jacques la intransigencia era por mi parte, la oposición era
incluso hacia mí misma.
Vi pasar varios años de mi vida
en un instante. Decidió que nuestros últimos meses juntos sólo eran
desperdicios, sobras de algo que no funcionaba, cuando en el fondo la mayor
suciedad estaba dentro de él.
Después de tanto tiempo pensando
en que aquello era insostenible y de haber sufrido su falta de sensibilidad,
encima fue él quien tiró la toalla (aunque llevaba en el suelo mucho tiempo).
Mi ira se convirtió en negación,
y en ese momento, aunque en el fondo sabía que todo había sido mentira, me
pregunté si alguna vez me habría querido, si todas sus aparentes muestras de
cariño y de complicidad, sus gestos de apoyo y comprensión habían sido reales. ¿Por
qué había fingido tantos años? A partir de ese momento seríamos tan poco…
Dije cosas que no quería, otras
que no sentía, y otras que me provocaron tanto culpa como vergüenza. Aquella
noche sólo podía pensar en cuanto le echaba de menos. Llegué a plantearme si la
culpa de todo habría sido mía…Quería ser racional, pero a mi cabeza sólo llegaban
pensamientos automáticos sin ningún tipo de sentido.
Ese mundo al que yo me encaraba,
al que desafiaba, me había tocado fuerte. Dicen que cuando tocas fondo ya no
puede ocurrirte nada peor, que ya puedes respirar…Y yo decidí que si algún día
pasaba página serían las de los cuentos que Jacques me contaba.
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